El sedán retrocedió lentamente por la grava, con los neumáticos crujiendo hasta que el sonido se desvaneció en el valle abierto. Walter se quedó allí un rato, con el sobre intacto a su lado. Luego lo cogió, echó un vistazo al logotipo de Redline y lo dejó dentro, sobre el mostrador, sin abrirlo.
Fuera, la tierra volvía a estar en silencio, pero no sonaba igual. Al principio, las semanas siguientes fueron un poco diferentes. Unos días después de que el vendedor se marchara, Walter observó huellas de neumáticos cerca de la curva de la carretera. Unos surcos profundos atravesaban el suave arcén y se dirigían hacia el fondo del valle.