«Supongo que eso fue todo», dijo rotundamente. «Tu gran recompensa» Ella no contestó. Se detuvo en la puerta y la miró entrecerrando los ojos. «¿Vas a quedarte aquí?» «No lo sé Asintió lentamente. «Bueno. Buena suerte» No le ofreció un abrazo. No le dio la mano.
Se limitó a salir, cerrando suavemente la puerta tras de sí. Ella observó desde la ventana delantera cómo él subía a su coche y salía del camino de grava sin mirar atrás. Por un momento, el silencio que siguió le pareció definitivo.