Sin decir palabra, John se dio la vuelta, caminando rápidamente hacia su coche. Su cabeza bullía de rabia, angustia e incredulidad, y sabía que no podía quedarse allí ni un segundo más. Miró la casa por última vez antes de conducir, a Emily, Thom y Anna, dos familias destrozadas por el engaño.
En los meses siguientes, todo se desmoronó. John y Thom pidieron el divorcio, pero ninguno de los dos pudo salvar lo que habían destruido. Habían sido engañados durante demasiado tiempo y ninguno de los dos podía volver a mirar a Emily de la misma manera.