Mientras permanecía inmóvil, todo empezó a encajar. Los viajes de trabajo. Las largas ausencias. Los fines de semana inexplicables. Su corazón latía dolorosamente mientras veía a su mujer besar al hombre en la mejilla, la escena se desarrollaba como una pesadilla de la que no podía despertar.
Incapaz de contener su rabia por más tiempo, John salió del coche, cerrando la puerta tras de sí. El sonido resonó en la calle y los tres se volvieron para mirarle. Emily perdió el color de su rostro en cuanto sus miradas se cruzaron.