Un camión pierde su carga en la autopista y el conductor se da cuenta..

La idea le quemó por dentro. El miedo y la furia se mezclaron como combustible. «Esta vez no», gruñó. Si Álvarez quería un idiota, se había equivocado de hombre. Dan no iba a morir en una zanja por la codicia de otro. No había rehecho su vida para morir sin luchar junto a la autopista.

Volvió a la autopista, la lluvia mojaba los cristales con rayas blancas. Los limpiaparabrisas golpeaban furiosamente, en una batalla perdida. Durante unos minutos, sólo quedaban él y la tormenta, hasta que los mismos faros volvieron a aparecer en el retrovisor. Rezó para que el neumático reventado aguantara hasta que pudiera ponerse a salvo.