Por primera vez en la noche, se preguntó si llegaría a la mañana. La tormenta era más fuerte, como si supiera lo que llevaba en el remolque. Todos sus instintos le gritaban que condujera más rápido y no mirara atrás.
Su mente repitió cada palabra que Álvarez le había dicho. Toma esta ruta. No hay otros caminos. Es la más fácil. Estaba demasiado cansado para cuestionarlo y estúpidamente agradecido por la paga extra. Ahora todo sonaba ensayado y cuidadosamente elegido para convertirlo en chivo expiatorio.