Un camión pierde su carga en la autopista y el conductor se da cuenta..

Se agachó junto a la caja destrozada, con la lluvia empapándole la chaqueta. El haz de luz de su linterna atravesó la madera astillada y algo oscuro en el interior: terciopelo, no papel de embalaje. Arrugó la frente. Los muebles no estaban forrados de terciopelo. Quitó los restos mojados, con el corazón latiéndole más fuerte cada segundo.

Una esquina se había abierto más que el resto. Dentro, la luz reflejaba algo demasiado vivo para ser barniz: fragmentos de azul, verde y rojo que brillaban bajo el rayo. Se acercó, parpadeando a través de la lluvia. «En nombre de Dios, ¿qué…?», susurró, casi temeroso de creer lo que estaba viendo.