Por primera vez en mucho tiempo, se sintió reconocido, y no por ser dramático, difícil o anticuado. Sólo por tener razón. Dos días después, un todoterreno negro con matrícula del Estado avanzaba lentamente por el camino de grava.
Robert se levantó del banco del porche y se secó las manos con una toalla. Había estado podando los setos delanteros, tratando de no pensar demasiado en la oleada de atención en línea. Dos agentes uniformados salieron, uno de la junta local de zonificación y el otro de las fuerzas del orden municipales.