Los agentes se ofrecieron a llevar a Amelia a casa, pero ella optó por un hotel cercano, aún conmocionada pero profundamente agradecida. Se instaló en la seguridad de su habitación y respiró hondo, aliviada porque, a pesar de la terrible experiencia, había encontrado la fuerza y el valor necesarios para salvarse.
A pesar de la terrible experiencia, Amelia se dio cuenta de que había recuperado su poder. Por primera vez en meses, sintió una renovada autoestima y capacidad de recuperación. Mientras se acomodaba en la cama, Amelia sabía que había dado un paso crucial hacia la curación, demostrándose a sí misma que podía afrontar lo que viniera con valentía.