Pero entonces, mientras Jonathan esperaba a que le devolvieran la tarjeta, el encargado del bar se acercó con expresión tranquila pero firme. «Señor, parece que hay un problema con su tarjeta», dijo levantándola. «¿Le importaría venir a la trastienda para solucionarlo?»
Jonathan frunció el ceño, claramente irritado, pero se levantó, lanzando una breve y persistente mirada a Amelia. «Enseguida vuelvo», dijo, con voz irritada. Amelia asintió con la cabeza, manteniendo una expresión neutra mientras lo veía seguir al encargado hacia el fondo del bar.