Pasaron junto a loros, suricatas y un oso negro adormilado. Entonces, justo cuando Jamie empezaba a tener hambre, llegaron a la exhibición de tigres. Se había congregado una multitud. Una mujer con uniforme caqui hablaba por un micrófono. «Esta es Meera», dijo. «Lleva ocho años con nosotros»
Meera era hermosa, incluso desde detrás del grueso cristal. Su abrigo naranja brillaba al sol, sus ojos eran profundos pozos de fuerza silenciosa. Pero había algo diferente en ella. No caminaba. No rugía. Simplemente… permanecía allí. Como si estuviera esperando algo.