Un mes después llegó otro sobre, esta vez de una agencia de cobro de deudas. Hacía referencia al nombre de Jake, reclamando saldos impagados. Jake resopló y lo tiró a un lado. «Qué tontería, ¿qué iba a tener yo que ver con una agencia de morosos?», bromeó, intentando parecer divertido, aunque una ligera tensión le tensó la mandíbula.
Sandra se echó a reír con él, apartando la pizca de preocupación que le revoloteaba en el estómago. Esos errores ocurren, se dijo. Las empresas cometen errores. Las bases de datos mezclaban información. No parecía lo bastante importante como para cuestionarlo, sobre todo cuando Jake se desentendía con tanta confianza.