Mamá no tiene ni idea de por qué los médicos piden a papá que se vaya – Está aterrorizada por lo que..

Antes de todo este miedo, Sandra recordaba lo sencillo que había sido el comienzo: encontrarse con Jake en la aburrida barbacoa de un amigo hacía seis años, los dos alcanzando el mismo refresco. La conversación fluyó sin esfuerzo y, al final de la velada, reían como viejos compañeros. Algo suave e innegable había hecho clic entre ellos.

Con el paso de los años, esa chispa silenciosa se convirtió en una relación estable y arraigada. Lo que compartían no era tempestuoso ni apasionado, sino que encajaban de forma práctica y reconfortante, compartiendo listas de la compra, chistes internos y tortitas los domingos. La fiabilidad de Jake la anclaba. Siempre aparecía y la apoyaba. Había construido su vida sobre esa certeza.