Aun así, la carta permaneció en un rincón de su mente como una curiosidad, no como una advertencia. La vida estaba demasiado llena de esperanza como para dar cabida a la sospecha. Sandra dobló la colada, organizó la ropa del bebé y dejó que la extraña correspondencia se desvaneciera en el ruido de fondo de la edad adulta.
Luego llegó la oferta de tarjeta de crédito con datos personales incorrectos: empleo y dirección equivocados, pero el nombre de Jake impreso en negrita en la parte superior. Apenas le echó un vistazo antes de romperla por la mitad, murmurando que las empresas pescaban en las bases de datos. Ella aceptó la explicación tan fácilmente como él se la ofreció.