Su hijastra se quedó con la herencia de su marido y recibió una sorprendente carta del banco

Se puso algo limpio, se recogió el pelo y cogió su carpeta de documentos. De camino a la iglesia, se centró en los asuntos prácticos: el programa del servicio, la lista de invitados, la música. La emoción podía esperar. Hoy se trataba de comprobar lo que había que hacer.

Elizabeth llegaría esa misma tarde. Gwen no había hablado con ella desde la primera llamada. Sus conversaciones siempre habían sido breves. Civiles, pero tensas. Gwen nunca se había sentido bienvenida como madrastra. Elizabeth mantenía las distancias, y Gwen sospechaba, incluso al principio, que era una decisión deliberada.