Su hijastra se quedó con la herencia de su marido y recibió una sorprendente carta del banco

Asintió lentamente. «De acuerdo. Puedes quedarte unos días. No quiero que te pierdas el funeral» Elizabeth sonrió agradecida. «Gracias. Te lo agradezco mucho» Gwen le devolvió el gesto con una pequeña inclinación de cabeza, aún sin saber si se trataba de un gesto sincero o de algo totalmente distinto.

Cuando salieron de la cafetería, Gwen caminó unos pasos por detrás. Su mente daba vueltas a la conversación, a la invitación que acababa de hacer. Se recordó a sí misma que era sólo por unos días. Y por ahora, quizá la compañía no fuera lo peor.