El pecho de Michael se agitó mientras la rabia y la pena luchaban en su interior. Pensó en los sobres, los juguetes para Emily, el apoyo silencioso que había sostenido a su familia mientras él luchaba en el extranjero. Ahora, cada pista le parecía menos la intrusión de un rival y más la disculpa silenciosa de un padre.
Se dejó caer en una silla y enterró la cara entre las manos. Los recuerdos de portazos y palabras escupidas con furia se agitaron en su interior. Durante años había creído que su padre le había abandonado. Pero ahora, la verdad le susurraba una pregunta dolorosa: ¿había sido él quien se había marchado?