Aquella noche, Emily se subió a su regazo, con ojos serios. «No te enfades, papá. Dijo que lo entenderías si le escuchabas» Michael le acarició el pelo, dividido entre el amor y la furia. ¿Entender? Ni siquiera podía nombrar al hombre que se había metido tanto en la vida de su familia.
Michael estaba despierto, la casa silenciosa a su alrededor. Los guantes, la camisa, las herramientas, las notas… se amontonaban como pruebas en un caso que no podía cerrar. La traición parecía la única explicación. Apretó la mandíbula y decidió que la próxima vez que la sombra apareciera, sacaría a la luz la verdad.