Aquella noche, colocó el resguardo sobre la mesa, entre los dos. «¿De dónde ha salido esto?» Sarah lo miró, con expresión tensa. «Un reembolso. Un seguro» Se levantó rápidamente y recogió los platos antes de que él pudiera insistir. Su voz era ligera, pero la tensión que había en ella la delataba.
Más tarde, Emily entró en la habitación con una pequeña hucha. «También ha metido dinero para mí», dijo orgullosa, sacudiéndola para que sonaran las monedas. Michael forzó una sonrisa, pero por dentro se le revolvió el estómago. Alguien no sólo estaba ayudando a Sarah, sino que estaba dejando regalos para su hija.