El teléfono de Sarah sonó a última hora de la tarde siguiente. Michael contestó, pero el silencio llenó la línea, excepto por un leve murmullo de respiración antes de que la llamada se cortara. Permaneció mucho tiempo con el auricular pegado a la oreja, con el pulso acelerado, preguntándose quién querría a Sarah pero no quería hablar con él.
En el escritorio de Sarah, Michael encontró un sobre doblado con dinero escondido entre billetes. Encima había una nota con letra desconocida: Para la compra, más pronto. No tenía firma, sólo un garabato firme y masculino. La devolvió rápidamente, inquieto por la intimidad de otra mano en su casa.