Un soldado vuelve a casa después de 2 años – Se pone pálido cuando su hija le dice: «Mamá tiene un secreto…»

Michael decidió no enfrentarse a Sarah inmediatamente. Sus años de ausencia le habían enseñado la importancia de la paz. Pero observó con más atención. Una de las puertas había sido reparada, las tablas sustituidas con habilidad. En las estanterías del sótano había tarros nuevos, perfectamente etiquetados. No eran retoques de Sarah. Él conocía su estilo. Eran las manos de otro hombre.

Aquella noche, Michael se despertó con el leve crujido de las tablas del suelo. Se quedó quieto, escuchando, conteniendo la respiración. Tras un largo silencio, se convenció de que se trataba de la casa y de su malestar por llevar tanto tiempo en ella. Sin embargo, el malestar persistía, como si las paredes protegieran algo más que a su familia.