Al principio, el perro se mostró indeciso, pero la amabilidad y la delicadeza de Amir le convencieron. Amir acarició al perro y le dio la golosina. El perro aceptó la golosina con entusiasmo y movió la cola con alegría. Amir se sintió satisfecho, pero no tenía intención de cejar en su empeño.
Al recibir una llamada de que su coche estaba reparado y listo para ser recogido del taller, Amir tomó la decisión de seguir utilizando el metro para ir al trabajo por el momento, para poder centrarse en ayudar al perro. No quería arriesgarse a perderse cualquier novedad con el animal y pensó que el coche podía esperar, mientras que el perro podría estar en peligro o necesitar ayuda.