En medio del caos, algo le llamó la atención. Tuvo que volver a mirar, porque ¿realmente lo estaba viendo? Entre el mar de gente, había un perro sentado tranquilamente en el andén. Al principio supuso que pertenecía a alguien, quizá a un pasajero que esperaba el próximo tren. Pero al observar al perro más de cerca, se dio cuenta de que estaba solo, sin dueño a la vista.
Amir no esperaba ver algo así desde el primer día que cogió el metro. Normalmente cogía su coche, pero éste estaba en el garaje, así que tuvo que coger el metro durante los siguientes días. A Amir se le encogió el corazón al ver al perro, solo y vulnerable en medio de la caótica estación.