Aparece un enorme socavón en el terreno de una familia. Lo que la policía encuentra en el fondo deja a todos helados

Por un momento, el tiempo pareció dilatarse. El rugido se desvaneció, dejando sólo el siseo de la tierra que se movía y los sollozos entrecortados de los chicos. Claire los abrazó con más fuerza, susurrando palabras tranquilizadoras que no creía. Daniel se obligó a alejarse del borde. El sumidero parecía no tener fondo, una herida que seguía ensanchándose bajo sus vidas.

La familia se acurrucó en el porche, demasiado conmocionada para hablar. Al otro lado de la calle, los vecinos gritaban: preguntas, plegarias, conjeturas aterrorizadas. Finalmente, alguien llamó a los servicios de emergencia. Daniel miró a sus hijos, con las mejillas manchadas de polvo, y se dio cuenta con pavor de que no sabía cómo explicar aquello. No como padre. Ni siquiera como científico.