El centro penitenciario se cerró inmediatamente. Las sirenas sonaron en toda la ciudad mientras los helicópteros rodeaban la zona y sus focos barrían el bosque. Oficiales con equipo táctico desfilaron por el patio de Daniel como soldados. Por primera vez en su vida, vio su propiedad no como su casa, sino como un frente de batalla.
La experiencia de Daniel le mantuvo unido a la investigación. Los ingenieros le preguntaron su opinión sobre la estabilidad del suelo, si podrían producirse más derrumbes. Respondió lo mejor que pudo, pero su mente ya no estaba en la geología. Estaba en los ojos asustados de Claire, en las manos temblorosas de Ethan, en la pregunta susurrada de Leo: «¿Estamos a salvo?»