Los vecinos se agacharon para echar un vistazo, alzando la voz en señal de incredulidad. La familia se acercó a Daniel y Claire sintió alivio. Pero Daniel no podía dejar de pensar: si un prisionero había llegado tan lejos, ¿cuántos otros seguían cavando? ¿Y cuán cerca habían estado de la libertad?
La escena fuera de su casa se había transformado de la noche a la mañana. Las furgonetas de las noticias se alineaban en la calle, los periodistas gritaban preguntas a través de los micrófonos mientras los focos convertían el patio en un escenario. Daniel se tapó los ojos, deseando que el suelo se lo tragara entero. Claire se quedó en el porche con los niños, manteniéndolos cerca, con los rostros pálidos.