Daniel se acercó, con más curiosidad que miedo. «¿Alguna idea de la causa?», preguntó a uno de los agentes. El hombre negó con la cabeza. «Todavía no. Parece un desastre» Daniel dudó antes de hablar. «Soy geólogo. He estudiado derrumbes antes. Esto… no parece el típico socavón» El oficial frunció el ceño pero no lo desestimó.
Hora tras hora, los escombros fueron subiendo. A medida que se removía la tierra, empezó a surgir una forma: un borde demasiado recto, un hueco demasiado deliberado. Cuando cambió la luz del reflector, a Daniel se le revolvió el estómago. No era sólo tierra cruda. Era el contorno de algo que parecía un túnel.