Intentó racionalizarlo: podría ser simplemente trabajadora, reservada y disciplinada. Pero nada de eso explicaba por qué sólo llevaba un monedero y las llaves. Ni teléfono, ni bolso, ni nombre en las taquillas del personal. Vivía como alguien que espera marcharse rápidamente, para siempre y sin dejar rastro.
El punto de inflexión llegó cuando un turista pidió fotografiar a Margot y Lena juntas durante un animado intercambio de firmas. Lena reaccionó al instante, apartándose tan rápido que su bandeja sonó. «Lo siento», murmuró con el rostro pálido. «No me gusta que me fotografíen» Evan no pudo evitar darse cuenta de su repentina e instintiva alarma.