Podía haberse marchado entonces. Dejar que el misterio siguiera oculto, que ella permaneciera en el anonimato. Pero algo en su instintivo gesto, en su equilibrada distancia y en su vida vivida como una salida de emergencia no encajaba con alguien peligroso. Se alineaba con alguien que había sido agraviado.
Así que Evan tomó una decisión. No exponer a Lena, no presionarla, sino entender de qué huía. Quería saber por qué alguien instintivamente amable, cálida y comprensiva, como había sido ella con su madre, se mostraba tan ferozmente protectora con su vida.