Evan permaneció despierto más tiempo del que deseaba, dándole vueltas a la incómoda verdad de que aquello le importaba. No era lógico; la lógica decía que era una extraña con secretos y que probablemente debería mantenerse alejado de ella. Pero al observarla más, sintió curiosidad y protección a partes iguales.
Había creado empresas basadas en el pensamiento racional, pero no podía racionalizar el nudo que se le formaba en el pecho. Algo en la tranquila resistencia de Lena le inquietaba: su cautela, su desgastada rutina y su determinación de permanecer invisible. Por lo general, la gente no nacía así. Y odiaba no saber por qué.