Una tímida camarera saludó a la madre sorda de un multimillonario: su lenguaje de signos dejó atónitos a todos

Evan la había visto hablando con un hombre, que sólo podía ser su casero. Se quedó a cierta distancia tratando de entender de qué hablaban, pero sólo parecía que ella estaba pagando el alquiler. Ella sacó un fajo de billetes y se lo pasó por la palma de la mano. Como hombre de negocios, a Evan le pareció extraño que ella no extendiera un cheque por el importe.

Se dio cuenta de que ella no tenía buzón, ni interfono, ni contrato de alquiler. Cada parte de su vida estaba estructurada para borrar huellas. A Evan le dolía saber por qué Lena Gray llevaba la vida que llevaba y de qué huía exactamente. Lo que no podía explicar racionalmente, más allá de su misterio, era su profundo interés por ella.