Una tímida camarera saludó a la madre sorda de un multimillonario: su lenguaje de signos dejó atónitos a todos

Los días siguientes transcurrieron con rapidez. El equipo jurídico de Evan anuló la congelación de activos con las pruebas. Se modificaron las declaraciones reglamentarias. Su expediente profesional se limpió. Ver cómo su antigua identidad -Elena Hartmann- volvía pieza a pieza fue como ver a alguien despertar poco a poco de un sueño largo y pesado.

Evan sabía que no había sido su salvador. La guió, la apoyó y la escuchó, asegurándose de que nadie volviera a secuestrar su narrativa. Y Elena, cautelosa pero firme, empezó a tomar decisiones en lugar de esconderse de las consecuencias creadas por otros.