Ella se instaló con sus cosas, una caja de libros, llena de optimismo. La primera semana brilló con luz propia: listas de reproducción compartidas que alternaban entre Taylor Swift y nuevos podcasts, estanterías compartidas con sus cosas, café que aparecía precisamente cuando había que ahorrar mañanas. Evelyn envió un mensaje a su hermana: Es un sueño. Todo… funciona.
Él le hizo sitio sin comentarios: medio armario, un cepillo de dientes gemelo al suyo, su taza favorita en el estante accesible. Incluso su silencio resultaba acogedor. Dormía profundamente, como duermes cerca de alguien que lee tu estado de ánimo o te da un jersey incluso antes de que empieces a tiritar.