El novio le exige que se duche dos veces al día – No tiene sentido hasta que conoce a su madre

Evelyn miró hacia la foto del niño-Aaron en la estantería, con la barbilla levantada por una instrucción invisible. «Nos ha ido bien», dijo automáticamente, como si estuviera informando de los resultados. Evelyn se acercó. «Te he preguntado si eras feliz» Tragó saliva, buscando un sentimiento que no viniera preetiquetado. «Yo… supongo»

«Quizá la felicidad no sea siempre sumisión», dijo Evelyn. «Hoy se sentía apretado» Exhaló, como si hubiera aliento reprimido. «Ella me entrenó para hacer todo bien», dijo lentamente. «Así funcionaba el amor» Evelyn asintió. «Y luego tú intentaste amarme de la misma manera: corrigiéndome, manteniéndome dentro de las líneas, ¿no es eso?»