El novio le exige que se duche dos veces al día – No tiene sentido hasta que conoce a su madre

La acompañaba a casa y nunca le pedía más de lo que ella le ofrecía. Cuando el grifo de la cocina goteó, lo arregló con una llave inglesa de su bolso. Sus banderas verdes eran demasiadas como para ignorarlas: cortesía, competencia y atención. Evelyn dijo a sus amigos que podría ser la persona más amable con la que había salido.

Se fijó en sus preferencias, que nadie más recordaba: su té especial, almohadas extra, listas de reproducción a bajo volumen, pepinillos aparte porque la salmuera opacaba otros sabores. Le llevaba flores y elegía las que no le provocaban sinusitis. Se sentía como el amor que eludía a la mayoría de las mujeres, incluso a las que lo buscaban desesperadamente.