El novio le exige que se duche dos veces al día – No tiene sentido hasta que conoce a su madre

Apareció la casa de su infancia: la grava peinada en hileras, los setos recortados a idéntica altura y los cristales de las ventanas sin una huella dactilar a la vista. Antes de que pudieran llamar, la puerta se abrió de golpe. «Aaron», dijo su madre con calidez, y luego a Evelyn, «Bienvenido. Los hombros hacia atrás, querida. La postura forma parte de la primera impresión»

Dentro, la luz caía sobre un pasillo de marcos perfectamente alineados. En todas las fotos, Aaron reflejaba la postura de su madre a distintas edades: la barbilla levantada, los hombros cuadrados y las sonrisas sintonizadas con la misma educada intensidad. Evelyn sintió un silencio en el ambiente, ese que sigue las reglas incluso cuando nadie habla.