El novio le exige que se duche dos veces al día – No tiene sentido hasta que conoce a su madre

Empezó a ducharse a veces en el trabajo, robándose diez minutos de vapor sin supervisión después del gimnasio. En aquel vestuario, el agua era sólo agua, sin cuenta atrás ni comentarios. Volvía a casa oliendo igual pero sintiéndose diferente, porque la intimidad tenía un aroma que podía guardarse para sí misma.

Se acercaba la cena de un colega; Aaron sugirió que «ensayaran los saludos» No demasiado brillantes, no demasiado suaves, hombros libres pero rectos. Evelyn practicó las líneas como si estuviera haciendo una audición para interpretarse a sí misma. Él aplaudió, encantado. «Estarás perfecta», prometió. Evelyn se preguntaba en qué momento la palabra «perfección» había sustituido a «interesante» y «guapa» en su lista de cumplidos.