El novio le exige que se duche dos veces al día – No tiene sentido hasta que conoce a su madre

Una nueva fila de tareas apareció en el calendario de la nevera: Reset/Refresh (PM). Sonaba a balneario, no a supervisión. Las cajas esperaban las marcas. Cuando ella se olvidaba de marcar una, él la marcaba por ella con un cortés «Todo listo», una amabilidad que extrañamente parecía firmada en su nombre.

Llamaba «cortesías» a los recordatorios «Apaga la pantalla del teléfono durante las comidas», «Las llaves en la bandeja de la puerta», «Limpia el lavabo después de cepillarte, las marcas de agua se extienden» Cada petición por sí sola era razonable; juntas se disponían como postes de una valla, lo bastante bajos como para pisarlos, lo bastante frecuentes como para mantenerla en un camino que ella no había elegido.