Casi llora. Dos años de espera, de reenvíos, de ver a la gente pasar de largo… quizá había llegado el momento. Confirmó la visita de Josh para el día siguiente a las dos de la tarde, se levantó y gritó en el pasillo: «¡Tienen una oportunidad! Juno y Juniper tienen visita»
Esa noche, Gabby preparó una cesta de regalo: golosinas de primera calidad, juguetes chirriantes, su cuerda de tirar favorita y una foto enmarcada de los perros juntos. Se quedó más tiempo de lo habitual, sentada con ellos en la perrera, rascándoles detrás de las orejas, murmurando que todo podría salir bien por fin.