Le vino a la mente un nombre: Nathan. Un amigo de la universidad que era hacker ético y estudiaba desarrollo de software. Marcó, con la respiración entrecortada, y se lanzó a la historia: la desaparición de Juniper, la falsa adopción, las pistas muertas. «Sé que es una locura», dijo. «Pero, ¿puedes ayudarme a encontrar la dirección vinculada a esta matrícula?»
Nathan se quedó callado un momento. Luego: «Envíamela. Veré qué puedo averiguar» Gabby lo hizo. Luego esperó, inquieta, refrescando el teléfono, paseándose por el pasillo como un fantasma. Las horas pasaron como velas de combustión lenta. Finalmente, su teléfono zumbó. Era un mensaje de Nathan.