Un perro de un refugio llora cuando adoptan a su hermano. Lo que le ocurrió después fue desgarrador

Se dirigió a la mesa de administración, sacó el expediente de Josh del cajón y extendió los formularios sobre la mesa de la sala de descanso. Examinó cada campo, cada garabato con una nueva urgencia. Los dos números de teléfono estaban equivocados. Eso estaba claro. Se le aceleró el pulso. Buscó la dirección en la lista.

La esperanza surgió. Quizá la dirección era real. Llamó al complejo de apartamentos. Al cabo de unos minutos, un administrador descolgó. «¿Josh Smith?», repitió, comprobando algo en el sistema. «Nadie con ese nombre ha vivido nunca aquí» Gabby se quedó inmóvil. Se le erizó la piel. No era un descuidado. Era calculador.