Una mujer encuentra a su perro en el patio trasero, ¡y lo que ocurrió a continuación le hizo llorar!

Su mirada no era hostil. De hecho, parecía… tranquilo. Algo había cambiado. Su cuerpo estaba más suelto, menos enroscado. El pánico salvaje que había visto antes había desaparecido. A Maya se le apretó el pecho, sin saber si de alivio o de incredulidad. Esperaba que huyera. Pero no lo hizo.

Entonces el perro ladró, agudo y repentino. Maya se estremeció y retrocedió instintivamente. El corazón le volvió a dar un vuelco. ¿Lo había interpretado mal? ¿Le estaba avisando ahora? Pero el perro se dio cuenta de su vacilación. Se detuvo, parpadeó y bajó la cabeza con un gesto lento, casi cuidadoso. Como si lo entendiera.