Una mujer encuentra a su perro en el patio trasero, ¡y lo que ocurrió a continuación le hizo llorar!

Sus ojos se posaron en el armario del porche. El rastrillo. Tenía la longitud y el agarre adecuados. Podía apartarse, mantenerse fuera de peligro. Su cuerpo se inclinó hacia delante, preparándose ya para levantarse, pero una repentina vacilación la ancló de nuevo. Un palo largo. Un perro angustiado. No era una buena combinación.

Al perro le parecería un arma. Una amenaza. El mismo tipo de objeto que alguien podría utilizar para ahuyentarlo. Maya se detuvo a medio paso, la duda la invadió. Apretó la mandíbula. «No sé qué hacer», murmuró en voz alta, con la frustración y la preocupación atascadas en la garganta.