Una mujer encuentra a su perro en el patio trasero, ¡y lo que ocurrió a continuación le hizo llorar!

Maya cerró la puerta tras de sí y se apoyó en ella, con la mente acelerada. No podía dejar al perro ahí fuera con la tormenta que se avecinaba, pero la amenaza de un mordisco o algo peor se cernía sobre sus pensamientos.

Si se hacía daño, ¿quién estaría allí para ayudarla? Estaba sola, sin nadie que la cuidara si las cosas iban mal. La perspectiva de una mala caída o una mordedura grave era más que dolorosa: podía ser catastrófica.