Vincent se quedó mirando. El chico se parecía a él: los mismos pómulos, los mismos ojos, la misma sonrisa fácil. Llevaba en la mano un diploma de Harvard. Harvard. Su hijo. Un licenciado en Derecho por Harvard. A Vincent se le secó la boca. Sus manos temblaban sobre el ratón. Parpadeó, esperando haberlo leído mal. Pero el pie de foto lo decía claramente: «Orgulloso de mi hijo»
Se desplazó como un poseso, devorando con los ojos cada publicación, cada etiqueta. Linda no sólo había seguido adelante con el embarazo, sino que había criado a los siete. Septillizos. Sola. Sin mención de padrastro. Solo Linda y su tribu de niños. Cada uno de ellos está sonriendo. Prosperando. El peso de su ausencia presionaba como una roca.