Minutos después, la estática volvió a sisear. Esta vez, una voz diferente, a través de un inglés entrecortado y entrecortado. «Indique… la ubicación exacta. Repita» Ethan frunció el ceño e intercambió una rápida mirada con Liam. Repitió las coordenadas con cuidado y añadió: «Confirme recibido» Sólo siguió el silencio. Ethan esperó. Nada. Finalmente, se encogió de hombros, aunque la inquietud persistía.
Las horas se alargaban. Con la vela inutilizada, el barco iba a la deriva hacia donde quisiera la corriente. Liam se paseaba por la cubierta, mirando sus maletas como si no hubieran desaparecido. Entonces, algo parpadeó en la esquina de su visión: una forma oscura que se deslizaba desde detrás de una cresta de tierra. Al principio pensó que eran los guardacostas.