«Y no lo tenemos, porque has llenado la mitad del almacén con esas cajas» La boca de Liam se torció en una sonrisa nerviosa. Miró las cajas apiladas con culpabilidad en los ojos. No eran sólo carga, eran la razón por la que la vela de reserva se había quedado atrás.
Ethan suspiró y cogió la radio. La estática crepitó antes de que una voz oficial y tranquila confirmara sus coordenadas y prometiera ayuda. Cuatro horas. «No se muevan», dijo la voz. «Llegaremos hasta ustedes» Ethan dejó el micrófono a un lado, el silencio que siguió presionando como un peso.