La boca de Ethan se torció en algo parecido a una sonrisa, aunque no se prolongó. «Buena respuesta» Era un día como muchos otros: sólo ellos dos, un velero lleno de equipo y un mar ancho e infinito. Nada hacía suponer que este día sería diferente.
Justo cuando se acercaban a su destino, el barco se tambaleó de repente, sacudido por una repentina elevación de roca oculta bajo la superficie. El impacto tensó la lona y, con la siguiente ráfaga de viento, la vela se abrió de par en par. El sonido del desgarro fue agudo, violento, imposible de confundir. Liam se estremeció. «¿Qué ha sido eso?