Aquellos días habían quedado atrás, pero los hábitos permanecían: la mirada fija en el horizonte, la mano experta en el timón, el cálculo silencioso del riesgo en cada brisa cambiante. Liam, por su parte, tenía la energía inquieta de alguien que todavía está tratando de probarse a sí mismo, y su equipo era casi una extensión de su ambición.
«Siempre me reservas», dijo Ethan de repente, sin apartar los ojos del agua. «¿Por qué? Hay muchos barcos en los que podrías montar» Liam cerró su cuaderno, pensativo. «Porque contigo sé que volveré con mi equipo intacto. Y sin marearme» Sonrió levemente. «Con eso me basta»