Un cachorro bloquea el ferrocarril, pero la verdadera razón por la que no puede moverse rompe el corazón de todos

Un leve movimiento le llamó la atención. Una patita. Un movimiento de la cola. «Oh, no…» Ethan cayó de rodillas, con un nudo en la garganta. «¡Hay otro!» Extendió la mano con cuidado, apartando un poco de mugre.

Debajo del primer cachorro había otro. Uno más pequeño, de color más oscuro, su pelaje negro casi se confundía con la barandilla. Su pelaje estaba cubierto de aceite y polvo, y una de sus patas traseras estaba retorcida de forma antinatural entre los pernos. Su respiración era superficial y cada vez que exhalaba escapaba de su boca un leve ronquido.